Diario Abierto

Martes, 27 de mayo del presente año

- Dime, ahora que el viento rasgó las velas, que el rayo prendió los mástiles, que la mar hundió el navío y nos encontramos, como niños sin infancia, sobre esta endeble balsa que amenaza con deshacerse y dejarnos sin asiento para nuestros pies, dime pues qué nos trajo hacia las aguas que salaron nuestros sueños, pudrieron nuestros ojos y convirtieron la sangre en hiel.

La razón no contestó. Es absurdo responder lo que ya sabemos, pero se hubiera agradecido tanto una mentira en la que creer.



domingo, 27 de abril de 2008

Presencias

Con menos entusiasmo que un cerdo en su San Martín, he habilitado todo el espacio posible en cubierta para los preparativos del ritual carnavalesco que anualmente fustiga las ya deterioradas cuadernas de mi buque.

Sobre seis toneles de ron se asientan otras tantas tablas de madera que conforman la mesa para el banquete, alrededor de la cual he distribuido sillas, jamugas, tresillos y banquetas para acomodo de los comensales. Albatros, tiburones, gaviotas, ratas y hasta arácnidos, estos últimos reaparecidos desde que la bodega ha vuelto a cobijar provisiones, se muestran embelesados por las viandas que he dispuesto para satisfacer sus más diversos y selectos paladares.

Charlan, bromean, y ríen en armoniosa cordialidad mientras devoran los manjares que han dilapidado mis últimos cuartos, derroche absurdo por lo demás, habida cuenta que solo sirven para sustentar una tregua de falsedades, que mañana mismo sus colmillos y picos desgarrarán si les es posible, las carnes de quien con ahora se muestran hipócritamente fraternales. Y ni el anfitrión, mísero servidor en este caso, anda libre de que el albatros que hoy agradece y besa mi mano, no ande pensando en vaciarme los ojos.

Festín sobre cadáveres asados, cocidos y hervidos, engalanados de las más variadas guarniciones que nutren los estómagos pero no sacian otras hambres.

Los mástiles crujen, puede que azorados ante el inusual jolgorio que impregna hoy el bajel. Estruendosa e ilusoria paz, interludios por compromiso en guerras sin sentido, feria de vanidades en su máximo apogeo.

Presencias obligadas por eventos en los que ya no creo. Presencias de ambiciones, de envidias, de codicias, de vacíos. No son sus presencias las que me hieren, no son sus miserias las que me ahogan. No son las presencias que rodean mi mesa las que me torturan, sino las ausencias.

Ausencias de los sueños, que se quebraron, de los hijos, que no tuvimos, de los futuros, que se extinguieron, de los que se alejaron, que se añoran, de los que partieron, que sigo llorando. Ausencias que gritan, claman, permanecen, duelen. Ausencias que no se desvanecen. Ausencias provocando presencias. Ante todo, sobretodo, me faltas tú.
La memoria es el auténtico purgatorio que castiga nuestra alma.

La función debe continuar, he descorchado mi mejor vino, al menos fugazmente todos ahogaremos nuestras miserias con el contenido de cada copa; de hecho creo que lo vamos logrando, una de las ratas se ha puesto a bailar el charlestón, y eso que habitualmente la teníamos por tímida y comedida. El alcohol está surtiendo su efecto, no hay mejor amnésico para nuestras carencias.

Afortunadamente queda menos para que acaben estas infaustas fiestas.

1 comentario:

Paloma dijo...

Me maravilla hasta qué punto pintas la atmósfera y ésta se hace real, densa, palpable. El jolgorio, las viandas, la cubierta chirriando... Hasta huelo a mar y a maderas podridas por el salitre de muchas travesías.

Ausencias, sí. En cualquier época, en cualquier lugar, llevamos a la espalda nuestra mochila de ausencias.

Enhorabuena por tus letras y por este lugar que estás preparando. Ya he visto también tu videoteca y fototeca!! Genial todo, Lope a Secas.

Besossss