Diario Abierto

Martes, 27 de mayo del presente año

- Dime, ahora que el viento rasgó las velas, que el rayo prendió los mástiles, que la mar hundió el navío y nos encontramos, como niños sin infancia, sobre esta endeble balsa que amenaza con deshacerse y dejarnos sin asiento para nuestros pies, dime pues qué nos trajo hacia las aguas que salaron nuestros sueños, pudrieron nuestros ojos y convirtieron la sangre en hiel.

La razón no contestó. Es absurdo responder lo que ya sabemos, pero se hubiera agradecido tanto una mentira en la que creer.



viernes, 25 de abril de 2008

Pedazos

Caí. Apenas fueron unos segundos. Hallaba sentido a mi existencia en el rubio fluido de la cerveza, y de golpe, todo terminó. Se me arrancó la vida en un instante. Caí. Sobre el sucio suelo del bar, dónde si no, yo, que acabé viviendo entre alcohol y soledades.

Todos volvieron sus rostros, sus ojos hacia mí, pero ya era tarde. Hay finales que avisan de su llegada, el mío fue brutal, fulminante. En este mi trágico instante, abatido, acabado, destrozado, me sumerjo en el recuerdo.

El recuerdo de las miradas que no habré más de ver, aquellas que reflejaban su dicha y desdicha en mi ser, las que soñaban con glorias pasadas y las que se sumían en la derrota, las que carecían de rumbo y las que ansiaban el olvido, las que buscaban sin hallar, las que hallaban sin encontrar.

El recuerdo de los labios. Los que me besaron con una sonrisa, los que me besaron con amargura, los apasionados, los fríos, los que eran suaves, jugosos, sensuales, los rudos, los secos y los ambiguos. Labios que no requerían palabras para que los entendiera.

El recuerdo de las manos. Las que me acariciaron y las que me aferraron, las firmes y las temblorosas. Las castigadas por el trabajo, las tersas y cuidadas. Las que vacías intentaban aferrar trenes perdidos y ayeres muertos.

He compartido las mayores alegrías y tristezas. He llorado y reído, he soñado y despertado, he renacido y vaciado cientos de veces junto a ellos. Sabores, sinsabores. Pasado.

No habrá más ojos cómplices, ni labios que me besen, ni manos que me toquen, no habrá más soledades compartidas. Nadie que me llore. Adrián, el dueño del bar, quien tantas veces me acarició con cariño sacando brillo a mi alma, se acerca con ceño fruncido a mi cadáver, mil fragmentos quebrados de las vidas que me conformaron.

Dedos torpes me dejaron escapar. Caí. El llanto me inunda a través de la cerveza que humedece mis pedazos de vidrio roto que Adrián, contrariado, agrupa en el recogedor. Todo acabó para mí. Caí.

4 comentarios:

miss Paloma. dijo...

ver como una cosa inanimada puede cobrar vida es sorprendente bajo tus letras todo es posible saludos desde los maresdesciertos.

viviana dijo...

Apuesto que dentro de unas semanas si sigues así, este blog será el más maravilloso y bello de todo el orbe cibernético. Lucen mejor (si es posible eso)aquí; tus letras, con más libertad, y con el sólo recurso de tu inteligencia, talento, sensibilidad y arte abren futuros insospechados, el camino promete paraísos anclados en el alma del lector en cada visita, un abrazo y me siento feliz y orgullosa de ser tu amiga.

Lope de Aguirre dijo...

Vosotras que me veis con buenos ojos.
Gracias por esas palabras de aliento, esperoir dominando poco a poco esta aventura en blogger.

adrichabat dijo...

Y aqui estamos recogiendo todos los pedazos que nos sobran, y sin embargo unidos siempre...
Que bien se siente leerte de nuevo,
el mismo pero distinto gracias
Te envio un abrazo como el que daría a quien no he visto por andar de navegate... adri